ASÍ MATAN LAS MUJERES
Los estereotipos que hemos adquirido nos llevan a pensar en hombres cuando hablamos de asesinato. Sin embargo, ellas, aunque en menor medida pueden llegar a cometer hechos tan atroces o más que el hombre.
Nos preguntamos... ¿Por qué asesinan las mujeres? ¿Cómo son ellas y que les lleva a cometer el asesinato? ¿En qué se diferencian de los hombres asesinos?
Trataremos a continuación mediante el siguiente articulo todos estos temas.
Cuando pensamos en asesinos, generalmente lo hacemos de manera masculina. Concretamente, además, nos viene a la mente un hombre con unas características determinadas.
Esta idea, no surge solamente de la caracterización de víctima que en ocasiones la sociedad otorga a la mujer, pues incluso me atrevería a decir que desde los inicios de la historia se nos ha considerado malvadas. Ejemplo de ello es que, desde que Eva mordió la manzana nos hemos encontrado con pelirrojas endemoniadas, u otros mitos culturales que nos han colocado en un lugar diferente al del hombre.
Pero no solamente eso. En cuanto a la delincuencia, la criminología y las teorías criminológicas tradicionales ignoraron durante años a las mujeres como objeto de investigación. Se centraron tan solo en el hombre, pues es él quien ha dominado y domina este ámbito a lo largo de la historia, y en base a sus características intentaron buscar las causas que pudieran justificar la delincuencia.
Sin embargo, a partir de la década de los 70, junto con el movimiento feminista, surge en nuestra sociedad la necesidad de enfocar la atención en un nuevo ámbito: la criminología feminista.
Los delitos cometidos por mujeres suben como la espuma, aunque aún distan mucho de los que cometen los hombres. Sin ir más lejos, y centrándonos en las estadísticas de nuestro país, tan solo un 8% de la población reclusa está constituido por mujeres, pero muchos profesionales de la doctrina enfatizan en el hecho de que la población reclusa no es un reflejo claro de nuestra sociedad delincuencial, sino más bien de la política criminal utilizada.
Podríamos divagar entre multitud de teorías sociales, criminológicas, o incluso políticas, que no vienen al caso ahora mismo, ya que nuestro tema a analizar no es otro mas que el hecho de que tanto la criminalidad como la maldad humana no entienden de cuestiones de género.
De esta manera, al igual que ocurre con los hombres, existen también mujeres con importantes carreras criminales, estafadoras, narcotraficantes, sicarias, e incluso homicidas o asesinas seriales.
Así es, mujeres que matan sin ningún tipo de escrúpulo, y con intereses concretos a la hora de perpetuar sus crímenes. Crímenes que, aunque se cometan menos suenan más en nuestros medios de comunicación y sorprenden más a la sociedad, porque se consideran aberrantes.
Y sin embargo es un hecho. Las mujeres también matan. Han matado a lo largo de la historia, solo que de una manera mucho más “silenciosa”; y es en esta última cuestión en la que vamos a centrarnos, pues los casos de criminalidad violenta en mujeres son bastantes más de los que podamos imaginar.
Locusta, es un claro ejemplo de que han existido mujeres asesinas a lo largo de nuestra historia. Considerada como la primera asesina en serie, mató a más de 400 personas en la antigua Roma, entre ellas el emperador Claudio. No utilizaba para sus crímenes métodos complicados, sin embargo, lo hacía de una manera tan elaborada que estos pasaban desapercibidos como si de muertes naturales se trataran.
Las envenenadoras profesionales fueron muchas, pero no tan solo las únicas. Ya a comienzos del siglo XX encontramos a una de las infanticidas más famosas de la historia, Jeanne Weber, quien estrangulaba niños en Francia, y que consiguió esquivar a la justicia antes de ser declarada culpable de asesinato.
Y de esta manera, a lo largo de los años hemos ido encontrándonos por el camino diferentes tipologías de asesinas como las denominadas “viudas negras”, quienes matan por beneficio económico; las “infanticidas”, quienes ante el horror que causan en la sociedad son capaces de matar a sus propios hijos; las famosas “ángeles de la muerte”, enfermeras o asistentes que justifican sus actos ante la idea de evitar el sufrimiento de las personas que tienen a su cargo; e incluso mujeres que actúan en alianza con otras personas; o incluso mujeres que actuando dentro de una pareja criminal, siendo ellas mismas las inductoras que utilizan aun tercero para cometer su crimen.
Así, podríamos estar mencionando diferentes casos desde épocas históricas hasta nuestros días. Pero nuestro objetivo es otro, entender por qué mata una mujer, cuáles son sus objetivos y motivaciones para llevar a cabo hechos tan atroces, de qué manera lo hace, quienes son sus víctimas; pero principalmente, qué las hace diferente de esos hombres que matan también.
Como en multitud de cuestiones en la vida, los hombres y las mujeres son diferentes por naturaleza, hecho que deberíamos extrapolar al tema que estamos tratando.
La cuestión sería clara… ¿Por qué matan las mujeres? ¿Por qué lo hacen de manera diferente al hombre?
Todos conocemos la respuesta biológica a esta última pregunta. El hombre es de complexión mucho más fuerte, y esto es una evidencia a la hora de llevar a cabo crímenes violentos, y además nos encontramos con una agresividad que juega también en función de los niveles de testosterona.
Sin embargo, también existe una explicación antropológica para este hecho, pues desde la prehistoria el hombre se ha dedicado a tareas mucho más agresivas que las mujeres, como por ejemplo la caza o la defensa del territorio.
Estas son algunas de las cuestiones que llevan a justificar el hecho de que los asesinatos producidos a manos de hombres impliquen más violencia, sangre, o incluso tengan componentes sexuales; mientras que la mujer asesina de una manera mucho más metódica y sutil, sin necesidad de ensuciarse las manos demasiado.
Como venimos diciendo, las estadísticas demuestran que existen muchas menos mujeres asesinas que hombres.En concreto, ellas cometen alrededor de un 28% del total de asesinatos registrados, mientras que tan solo el 8% son asesinas en serie. Y no existe un perfil claro definido en cuanto a estas asesinas compete, sin embargo, están claras las diferencias que muestran sus asesinatos ante los que son cometidos por hombres, así como, su principal Modus Operandi, o las motivaciones que les mueven a la hora de cometer semejantes atrocidades.
Y es que la mayoría de los homicidios y asesinatos cometidos por mujeres, y hablamos ni más ni menos de un 70% de los casos, se llevan a cabo a través de envenenamiento. Método antiguo como bien hemos visto, y requiere de esa paciencia, sangre fría, planificación y premeditación que caracterizan a nuestras asesinas, convirtiéndose así en su arma por excelencia, y haciendo sus trabajo mucho más limpios y exitosos que los de los hombres. Aunque con la evolución de la sociedad y de la ciencia, cada día es más difícil conseguir un veneno que no sea detectado por toxicología, con lo que es un método que comienza a quedarse obsoleto.
En un segundo plano quedarían aquellos asesinatos para los que la mujer utilizaría un arma de fuego o arma blanca, pues aunque estos existen, su porcentaje es mucho menor.
Si comparamos los escasos casos que tenemos sobre mujeres asesinas con los masculinos, nos encontramos con que, como en otros aspectos de la vida, la mujer es mucho más astuta, metódica e incluso detallista que el hombre, y eso queda patente también a la hora de matar. Es por ello por lo que sus métodos son diferentes, teniendo en cuenta siempre el hecho de que la mujer carece de esa complexión fuerte de la que goza el género masculino.
Todo esto en su conjunto, las hace capaces de dormir con la misma persona que planean matar. Y es que la elección de las víctimas es algo que las diferencia también de los hombres y que en ocasiones sorprende al resto de la sociedad.
Mientras estos últimos salen a cazar presas con las que en la mayoría de ocasiones no tienen relación alguna, las mujeres lo hacen generalmente con personas que conocen y son cercanas, como el marido, los hijos o incluso amigos. Personas de las que van a obtener un beneficio al morir, o simplemente son consideras obstáculos; claro ejemplo de esto último tenemos a Ana Julia Quezada, asesina del pequeño Gabriel.
A pesar de ello, seguimos sin entender la maldad humana, sin encontrarle una explicación clara. Y esto se multiplica cuando además se trata del tipo de mujer que intentamos retratar.
¿Por qué estas mujeres matan? ¿Por qué no eligen otro camino o buscan otra solución a sus problemas? ¿Qué es lo que les mueve a llevar este tipo de actos?
Según los expertos, la principal causa por la que una mujer mata es por el lucro económico, es decir, por dinero. Tal y como hemos visto, son mucho menos impulsivas que los hombres a la hora de cometer cualquier tipo de delito. Muestran un claro objetivo, que radica en obtener el bien material, utilizando para ello todas las tácticas que tiene a su alcance, como por ejemplo la seducción o la paciencia. Sin embargo, el hombre es diferente en este aspecto, le importa mucho más obtener poder y control, hechos que claramente se observan en los crímenes sexuales, moviéndose de manera más impulsiva y menos metódica a la hora de cometer el asesinato, se fija menos en los detalles por lo que es más probable que dejen evidencias que le conduzcan hasta él, aunque esto tampoco quiere decir que la mujer cometa el crimen perfecto.
Existen también otras motivaciones al margen de la monetaria. Como segunda causa aparecen los crímenes pasionales, que son aquellos que llevan consigo un factor emocional, como la venganza, los celos o la envidia. Son estas emociones, la segunda motivación que mueve a estas asesinas. En estos casos se ha podido comprobar que en contadas ocasiones sus actos criminales puedan llegar a ser más impulsivos de lo habitual, e incluso buscan alianzas y ayuda para llevar a cabo sus actos.
En definitiva y a modo de resumen, tan solo nos queda decir que tal vez la mujer no mate más ni mejor que el hombre, sino que lo hace de manera muy diferente, por otras causas, y con diversos métodos; aunque sí muestren en común ciertos aspectos que llevan al asesinato tanto a los unos como a los otros, rasgos psicopáticos como la falta de empatía o la necesidad de control.
Al fin al cabo, aunque intentemos negar la evidencia, cuando pensemos en asesinos, seguiremos visualizando a ese hombre de rasgos determinados del que hablábamos al principio, sin tener en cuenta que la maldad no tiene una forma definida, y habita tanto en unos cuerpos como en otros dándole igual el género al que pertenezcan.
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