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EN LA MENTE DEL FILICIDA

23 junio 2021
Autor principal: Dª. Alaine Rey Tizón
Licenciada en Psicología y Graduada en Criminologia

Matar a un hijo puede ser un acto incomprensible y atroz para el ser humano. Sin embargo, el filicidio motivado por diversas causas es mucho más común de lo que imaginamos, dentro de la violencia que se ejerce sobre los menores en nuestro país.
Veremos a continuación cómo trabaja la mente de un filicida, ligado al último caso que ha impactado terriblemente en nuestra sociedad: el de las niñas de Tenerife.

Matar a un hijo puede llegar a ser el peor de los crímenes que pueda realizar el ser humano.

Existe una creencia falsa, basada en el pensamiento de que matar es fácil. Incluso, podemos llegar a entender que una persona mate a otra en una determinada situación donde sea dominada por los nervios o por el instinto de supervivencia. Sin embargo, asesinar a sangre fría, con premeditación y alevosía, es una tarea mucho más complicada que no puede realizar cualquier persona.

Al hilo de lo que venimos diciendo, y del hecho de ser capaces de comprender hasta cierto punto algunos asesinatos, esta nos encontramos con una noticia tan desgarradora como la muerte contra natura de las niñas de Tenerife. Y como sociedad mostramos incomprensión ante un hecho tan desolador y desalmado, siendo incapaces de comprender porqué existen niños que mueren a manos de aquellas personas que han de protegerlos, a manos de quienes dependen para sobrevivir. Y es esta misma incomprensión de los hechos la que nos lleva a justificar esta conducta que muestra el ser humano bajo el parámetro de la enfermedad mental. Sin embargo, esto no es cierto. El filicidio existe, y es más frecuente de lo que se cree.

La mayoría de filicidios se produce cuando los hijos son niños o adolescentes, y son motivados por distintas causas. Entre los casos más impactantes que hemos podido conocer a través de los medios de comunicación, destacan en España el caso de José Bretón, que mató y quemó en Córdoba a sus dos hijos; el asesinato de la niña Asunta a manos de sus padres adoptivos, Rosario Porto y Alfonso Basterra, en Galicia; el de David Oubel, el parricida de Moraña, que degolló con una radial a sus dos hijas; o el de Francisca Ballesteros, apodada la envenenadora de Melilla porque mató a su esposo y a dos de sus hijos con medicamentos que les suministraba a diario.

Casos entre muchos otros que han ocurrido en silencio, y al que se suma ahora el de Tomás Gimeno, por la muerte de sus hijas Anna y Olivia, en Tenerife, y que analizaremos exhaustivamente más adelante.

Existen diferentes motivos por los que un progenitor mata a sus hijos, de hecho, criminológicamente hablando, existe una tipología sobre este tipo de asesinatos, donde encontramos:

  • El neonaticidio, que deriva del temor de la madre a ser rechazada y acaba con un embarazo oculto y un abandono del bebe.
  • El filicidio causado por malos tratos hacia los hijos
  • Las madres que obvian el instinto maternal y trafican, explotan o venden a sus hijos
  • El filicidio altruista (o suicidio ampliado, del que tanto hemos oído hablar estos últimos días), que suele estar basado en el suicidio del progenitor que considera que faltando él sus hijos van a quedar abandonados y por eso los mata; o matándolos les libra de algún tipo de patología o sufrimiento que el niño pueda tener.
  • El asesinato por funcionalidad, cuando se considera a los hijos un estorbo o un mero objeto con el que poder hacer daño a la otra parte.

Como vemos, existen diversas causas que llevan a unos padres a matar a sus hijos, independientemente del género, o incluso de si son padres adoptivos o biológicos.

Sin embargo, aun sabiendo de su existencia, todos nos preguntamos… ¿Cómo ha tenido Tomás Gimeno la sangre fría de matar a esas dos niñas?, ¿cuáles han sido las motivaciones que han derivado en un hecho tan cruel?, o ¿dónde se encuentra él? ¿ha huido? ¿se ha suicidado?

Pese a que todo un país confiaba de alguna manera en que este individuo hubiese huido al extranjero con las niñas, la Guardia Civil ya trabajaba bajo la hipótesis de que hubiera acabado con sus vidas. El perfil de Tomás Gimeno, denotaba desde el principio una personalidad enrevesada y narcisista, que le llevó a planificar un plan atroz de una manera metódica, sin que su entorno pudiera darse cuenta.

Ya había mostrado cierta violencia hacia la madre de sus hijas o hacia la pareja de la misma en alguna ocasión, e incluso se dice que no tenía buena fama en la isla. Pero a pesar de ello, nadie pensó que fuera capaz de asesinar a sus hijas a sangre fría.

Utilizó el mismo modus operandi que José Bretón, y drogó a sus hijas para matarlas y hacerlas pasar por desparecidas, causando así el mayor de los daños a su expareja, y mandó mensajes y cartas de despedida a familiares y amigos, haciendo creer a todos ellos que secuestraba a sus hijas para fugarse. Todo esto bajo un plan que llevaba meses tramando de manera meticulosa.

El desenlace de la historia es por todos conocido. Sin entrar en demasiados detalles y tras tantos días de búsqueda, pudimos comprobar que la Guardia Civil no se equivocaba, y tras buscar en el fondo del mar hallaban el cadáver de la primera niña. Su propio padre las había matado y las había arrojado al mar para que no fueran encontradas, por lo que ahora tan solo nos queda esperar que aparezca la segunda.

Pero, ¿dónde está él?, ¿dónde se encuentra Tomás Gimeno?, ¿podemos saber su paradero a través de su perfil psicológico?

La Unidad de Análisis de Conducta de la Guardia Civil, trabajó en el perfil de Tomás Gimeno con la intención de saber si podría haberse suicidado. En los medios de comunicación, se habla de un suicidio ampliado como teoría principal, donde después de arrojar a las niñas al mar, él también se hubiera arrojado. Es cierto que en la mayoría de ocasiones en las que se comete un filicidio, es decir, que un progenitor mata a sus hijos, se suicida después, muestra del arrepentimiento. La falta de ese arrepentimiento denotaría falta de empatía, lo que nos haría presuponer que nos encontramos ante una persona con rasgos psicopáticos, lo que nos hace a su vez barajar otra hipótesis que algunos profesionales han puesto estos últimos días encima de la mesa, la de que Tomás siga vivo.

         Pese a no conocer todos los datos de la investigación en curso, algunos expertos, hablan de evidencias que podrían llevar a pensar que Tomás huyó después en otra embarcación. Yo, en mi humilde opinión como psicóloga y criminóloga que soy, me basaré en su perfil psicológico con la intención de justificar esta última teoría, y es que nos encontramos sin ninguna duda, ante un filicidio por venganza, donde Tomás mata a sus hijas y muestra calma hasta cinco o seis horas después que es cuando él desparece. Durante este periodo de tiempo, envía mensajes, e incluso habla con la Guardia Civil, lo que denota en él una gran frialdad a la hora de cometer los actos, y nos lleva a pensar que su perfil no encaja con el de un suicida, debido a los rasgos psicopáticos que muestra entre los que encontramos además un narcisismo muy acentuado.

¿Qué pretendo decir con esto? Como bien he matizado anteriormente, esta es una teoría al alza, basada en la poca información que tenemos sobre su personalidad, cuya fuente además son los medios de comunicación.

Esta información nos muestra en Tomás unos rasgos de personalidad claros, enfocados hacia una falta de empatía y compasión por los demás, narcisista que sólo se importa a sí mismo, además de violento. Y esto no concuerda con un perfil suicida, pues estos rasgos no van a llevarle a mostrar arrepentimiento por los actos cometidos, más bien diría yo (dentro de estas suposiciones basadas en fuentes no oficiales), que es un perfil que encaja más en aquel que se queda para ver el daño causado y se regocija en él sin mostrar un atisbo de arrepentimiento.

Pero claro está, existe una investigación abierta que algún día acabará, donde muchos datos que ahora son confidenciales se harán públicos, y solo entonces podremos inclinarnos hacia una u otra teoría. Habrá que esperar tristemente a que aparezcan los cuerpos que faltan; tanto el de la otra niña, como el de Tomás, bien sea vivo o muerto, y pague entonces por sus actos si aún no lo está haciendo.